Comer



“y era toda poesía, nena hermosa clandestina”
La semana pasada no te di líneas como todos los Lunes lo hice por varios meses, ¿qué podría decirte después de haberte visto, después de ese fin de semana? Nada.
No podría decir nada, solamente que me sentí en mi sitio. En mi sitio echado en tu pecho, varias cervezas encima, la noche de cómplice, la pansa llena y el corazón tranquilo.
Hace varios meses un sábado por la noche fuimos a cenar a San Antonio. Estacioné el auto, bajamos  y caminamos de la mano. Los metros de distancia a nuestra mesa pensé en lo feliz que estaba siendo en ese momento. Me sentí como realizado, pensé que ese momento era lo que sin saber había soñado desde hace mucho tiempo. Te pediste una pizza, recuerdo que no la terminaste. Recuerdo, también, que conversamos y la pasamos bien. Fui feliz porque estuve contigo, porque fue nuestro momento, porque lo único que nos importaba era estar juntos y conversar. Seguramente por ser sábado no teníamos ninguna prisa si no por estar juntos y pasarla bien.

Ahora comprendo que de eso se trata. Se trata de no tener ninguna presión, de no tener nada más en la cabeza que pasarla bien juntos,  de estar en el aquí y ahora, de disfrutarte, de seguirte conociendo, de compartir, de sentirme acompañado, de hacerte sentir querida, de quererte, de cuidarte, de darte soporte, de que me quieras y por sobre todo de verte feliz.

Sé que te he hecho daño. Me declaro culpable de sentir miedo, de estar confundido y de ser presa de mi ansiedad. Te reitero, y lo haré cuantas veces sea necesario, que te pido perdón por eso. Pero tal vez esto fue necesario para valorarte más, para reconocer mis deseos, para conocer mis miedos, mis angustias, mis temas, mis flaquezas y mis fortalezas. No busco justificarme, busco aprender a partir de la experiencia, busco tu perdón y busco tu amor. Busco una oportunidad.

Como le dije a Génesis, y como Cari me lo recordó hoy, se trata de estar convencido y de querer, de realmente querer para lograrlo. Se trata de saber que no será fácil, de saber que implica esfuerzos (a los cuales no he estado acostumbrado en mi vida), de valorar lo que tengo, de solucionar los problemas y no escaparme. Se trata de poner en una balanza todo lo bueno y lo que podría ser malo, porque sé que lo bueno siempre pesará más y que lo que creo perder no lo estoy perdiendo porque se trata de una inversión para lo que busco en el futuro.

“puedo ponerme humilde y decir que no soy el mejor, que me falta valor para atarte a mi cama. Y si quieres también, puedo ser tu trapecio y tu red, tu adiós y tu ven, tu manta y tu frio, tu resaca, tu lunes, tu hastío. O tal vez ese viento que te arranca del aburrimiento.”

“no me preguntes qué me pasa, tal vez yo mismo no lo sé. Préstame una horas de tu vida, si esta noche está perdida encontrémonos los dos” 

“no hay más estrellas que las que dejes brillar”

Me imagino yendo muchas veces más a San Antonio como esa vez, estar sentados en muchos lugares más contigo, para comer, para viajar, para firmar documentos, para conversar, para discutir, para compartir con nuestros entornos, para seguir conociéndote, para darte buenas noticias, para verte, para celebrarnos y para seguir tomando decisiones juntos.
 Pero como más deseo imaginarnos es que después de hacer todo esto nos vayamos a casa juntos.


y lo escribí antes que me dijeras te gusta comer conmigo

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